Por ANDRÉS TAPIA
Conocí a Emma hace tiempo, no puedo recordar con precisión cuánto. Tendría… cuántos… ¿cuatro, cinco?… y desde entonces el cabello largo y un destello cósmico en los ojos que por alguna razón esquiva y sorprendente, cuando pienso en ella, me devuelve la imagen insólita de la Puerta de Tannhäuser.