Por ANDRÉS TAPIA
Todo termina con mi risa.
Sé que dirás que es una risa desorbitada e imperfecta, de dientes amarillentos y comisuras ensangrentadas, sarcástica y mentirosa como el pasado, demente e insólita como el presente. Pero detrás de mis labios aun más imperfectos –en mi realidad siempre cerrados y en tu imaginación abiertos– la sorna, la afrenta y la infamia desfilan salivando gloriosas como… como… –¿qué animal se ríe antes de acometer a sus presas, Bats?– …ah, sí, ¡como hienas hambrientas!