Por ANDRÉS TAPIA // © Guy Le Querrec/ Magnum Photos

Era 1976. Desde una ventana del número 38 de la Köthener Straße, en Berlín, David Bowie miró a una pareja besarse. Él era estadounidense y ella, alemana. Detrás suyo se erguían el Muro de Berlín y una torreta de vigilancia. No estaban tan cerca como para provocar a los vigías de la Alemania Democrática, pero a Bowie, en su cabeza, así le pareció.