Por ANDRÉS TAPIA // Fotografía: AP

Un ex gobernador del estado mexicano de Monterrey, hoy caído en desgracia (su nombre es Rodrigo Medina), durante una comida que sostuve con él alguna vez, jactándose de su cercanía con Enrique Peña Nieto, dejó entrever que éste, tras ser elegido presidente de México, le habría dicho que más allá de las bondades de la amistad, en adelante la relación entre ambos tendría que ser formal y apegada a los protocolos de la política, el respeto y (esto no lo dijo) la disciplina tiránica y sempiterna del Partido Revolucionario Institucional. Es decir: “señor presidente” y “señor gobernador”.