Por ANDRÉS TAPIA

Más de una vez, el periodista mexicano Carlos Puig ha asegurado que hay ocasiones en que las columnas se escriben solas.

Es martes, 29 de marzo, y en la Ciudad de México pasan de las 14:00 horas. La temperatura raya en los 27 grados Celsius. No soy feliz, pero hoy me siento feliz, y quizá por ello suelto en silencio una carcajada cuando me entero, a través del periódico Reforma de la Ciudad de México, que un hombre llamado Alexander Caviel –británico, 21 años, de profesión asesor financiero y oriundo de Chelmsford, Essex– se fue de juerga, bebió una docena de shots de un coctel llamado Jagerbombs –más unos cuantos tragos de champagne y Amaretto Disaronno– y terminó su borrachera a 1448 kilómetros de donde la inició: ¡en Barcelona, España, sin haber tenido conciencia de cómo llegó ahí!