Por ANDRÉS TAPIA

Es muy posible, sin que existan las fuentes necesarias para confirmarlo, que las palabras “La Tierra es azul” fueran pronunciadas por el cosmonauta soviético Yuri Gagarin durante la misión que emprendió a bordo del Vostok 1el 12 de abril de 1961, y la cual consistió en orbitar el planeta, así como experimentar las actividades más simples de un ser humano en estado de ingravidez.

La narrativa oficial de la entonces URSS no las da por ciertas, tampoco las desmiente, si bien resulta lógico que ante la circunstancia de ser el primer ser humano en el espacio que contempló la Tierra desde el espacio exterior, Gagarin haya descrito con detalles minuciosos lo que vio por iniciativa propia o, bien, por exigencia del Control de Tierra.

Pero las haya pronunciado o no, hoy sabemos que son ciertas y la única referencia que existe en contra de su posible paternidad procede de una de las más simples y extraordinarias líneas poéticas que se hayan escrito jamás: en 1969, en la canción “Space Oditty” estrenada ese año, David Bowie haría decir al Major Tom —el personaje ficticio de la misma—: “Planet Earth is blue, and there’s nothing I can do”.

Por ANDRÉS TAPIA // Fotografía: AFP

Afganistán es un país extraño y reciente, por más antiguas que sean las planicies y las montañas que comprenden su geografía. Fundado en 1747 por Ahmad Shah Durrani –quien unificó a las tribus Pashtun–, los lugares comunes de la memoria colectiva apenas lo aluden a partir de la invasión de la otrora URSS (1979), y de la guerra emprendida en contra del régimen Talibán que lideraron los Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.

La esperanza de vida de un habitante de Afganistán es de casi 51 años, una tasa bajísima que ubica a esa nación del sur-centro de Asia, en el sitio 222 del Mundo, es decir, sólo por arriba de Guinea-Bissau y Chad.

Por ANDRÉS TAPIA

Cuando la gente viaja suele llevar consigo sus obsesiones y sus costumbres.

Un amigo mío que vive en Berlín, cada vez que visita la Ciudad de México suele llenar su maleta de frascos de chiles y salsas picantes. Al día de hoy, no ha tenido un problema significativo en las aduanas alemanas.

Otro amigo, que consume marihuana y que suele viajar frecuentemente, suele ocultar la hierba en las tapas de desodorantes y lociones. El agudo y entrenado olfato de los perros policías, nacionales o extranjeros, ha resultado incapaz para descubrir su trampa.