Por ANDRÉS TAPIA

El año de 1971 David Bowie tuvo un sueño. En él, Haywood Stenton Jones, su padre, quien había fallecido en 1969 y que trabajó la mayor parte de su vida como director de relaciones públicas de Barnardo’s Children Homes –una asociación civil británica dedicada a atender niños y adolescentes en situación de abandono o vulnerabilidad–, le dijo que le restaban cinco años de vida y que no debería volver a viajar en avión.

Bowie desestimó el consejo onírico de su padre. Y no.

Por ANDRÉS TAPIA // © Guy Le Querrec/ Magnum Photos

Era 1976. Desde una ventana del número 38 de la Köthener Straße, en Berlín, David Bowie miró a una pareja besarse. Él era estadounidense y ella, alemana. Detrás suyo se erguían el Muro de Berlín y una torreta de vigilancia. No estaban tan cerca como para provocar a los vigías de la Alemania Democrática, pero a Bowie, en su cabeza, así le pareció.