Por ANDRÉS TAPIA
Germán Loza era mi amigo. Murió hace casi 17 años. Esto no es del todo cierto. Germán no murió: lo asesinaron.
Nos conocimos por azar, por cercanía, por casualidad. Por todo eso junto.
Mi hermano Pablo y su hermano Alfredo acudían a la misma escuela secundaria. Ahí se conocieron y trabaron amistad. Pronto descubrieron que vivían a una sola calle de distancia. Y que yo y Germán estábamos inscritos en la misma escuela preparatoria.
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