Por ANDRÉS TAPIA
No soy gay. Pero hoy debo reconocer que un día –hace tiempo y de algún modo extraño– me enamoré de Daniel Craig. Ahora bien, cuando digo “de algún modo extraño” matizo mi declaración que en estos momentos debe tener a mi novia, a mi madre, a mi familia, a mis amigos y amigas con una taquicardia cercana a un ataque masivo al corazón: me enamoré de él a partir de su personificación de James Bond en Casino Royale.