Por ANDRÉS TAPIA

Hace unos días, en la calle Río Duero que forma parte de la Colonia Cuauhtémoc, un barrio de clase media alta situado a unos cinco kilómetros del centro de la Ciudad de México, tuvo lugar un intento de asesinato. Un hombre que conducía un automóvil Passat color negro recibió una descarga de ocho disparos por acaso dos hombres que circulaban en una motocicleta.

El hombre huía de su perseguidor o perseguidores, o no sabía que lo estaban siguiendo. En tanto la Colonia Cuauhtémoc es un barrio apacible durante las noches, me inclino más por la segunda teoría.

Para ingresar a Río Duero el conductor del Passat tuvo que haber girado a la izquierda procedente de la calle de Río Lerma. Si hubiese sido objeto de una persecución declarada, se habría escuchado el chirriar de las llantas del auto. No fue así. En los días de la pandemia el silencio se ha vuelto sempiterno y omnipresente, y la noche del 29 abril, a eso de las 23:00 horas, se quebró por el ruido de ocho disparos de una pistola semiautomática calibre .38.