Por ANDRÉS TAPIA // Ilustración: 2dforever
Cuando John Winston Shackleford contempló los 17 peldaños de la escalerilla con tal de medir de alguna manera lo que faltaba para el fin, no evitó pensar en Yuri Gagarin y Rabelais…
Uno…
…frente a él estaban los colores primarios y muchos más; sin embargo, su mente se había extraviado en el azul de cielo y mar que parecían uno solo pero en realidad no. ¿Aún será azul la Tierra? Baissez le rideau, la farce est jouée. La paráfrasis de las palabras del cosmonauta la pronunció mordiendo en silencio cada letra; la frase atribuida al escritor francés apenas resonó en su mente.
…dos…
Ambas le gustaban, ninguna le bastaba.
—General John Winston Shackleford, ¿sabe usted lo que es el honor? Si es así mañana tendrá una oportunidad para probarlo.
Mañana es hoy. Shackleford lo confirmó antes de abandonar la pantalla azul de su computadora portátil: eran las quinientas del 21 de noviembre de 2018, la hora en que su vida comenzó siempre: hora en que su padre partía a iniciar la faena en la base militar de Pensacola, jamás sin besarlo; hora en que la resaca del Atlántico se consumía en lucha fragorosa y breve con los colores ígneos del sol niño; hora del agudo clarín de West Point que estallaba en la mente, pulía el alma y aprestaba el cuerpo; hora que siempre, desde entonces, encontraría sus ojos abiertos. Pero hoy siempre se convirtió en nunca. Faltaban sesenta segundos para las mil doscientas cuando Shackleford miró su reloj de leontina y pensó por primera vez en Nietzsche. La misma hora anunciaba su reloj de pulsera.
…tres, cuatro…
—El último reporte de Naciones Unidas, que seguramente ustedes han recibido, refiere una cifra cercana a 700 millones. ¿Cuántos más, general Shackleford?, ¿cuántos más en aras del honor.
Setecientos millones de fantasmas ayudaron a Shackleford a vestirse, a pulir con brillantina las sienes plateadas, con betún los zapatos de charol, con aceite los botones y la hebilla del cinto. La carta, sin embargo, la redactó sólo. Escribió al principio: “La historia nos absolverá”; otra paráfrasis, esta vez de aquel dictador cubano que parecía eterno. Permaneció en silencio varios minutos… pulsó delete.
…cinco, seis, siete…
La historia. ¿Qué historia? ¿Quién va narrarla? ¿Qué dirá? TERCERA GUERRA MUNDIAL, conflicto bélico que de 2016 a 2018 enfrentó a las naciones integrantes de la Alianza Única (Oriente Medio, la Unión Europea, Rusia, China y la mayor parte de los países de Latinoamérica) con las potencias del G5 (Estados Unidos de América, Japón, Canadá, Australia, Israel y algunos países asiáticos). CAUSAS: El origen del conflicto residió fundamentalmente en la crisis mundial de energéticos en 2015, la cual motivó una importante reducción de las exportaciones petroleras a Estados Unidos, y la neorregionalización de los mercados. Con la ayuda de Israel, Estados Unidos intervino militarmente en Arabia Saudita ante la desaprobación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la Unión Europea, Rusia y China. Lo que detonó, sin embargo, el conflicto bélico, fue un atentado terrorista de extremistas musulmanes a la embajada norteamericana en Israel en el que murieron 221 personas. La respuesta de los americanos devino en un error de incalculables dimensiones: un submarino atómico disparó un misil nuclear que cayó cerca de las costas italianas y destruyó por completo Sicilia. Naciones Unidas y la Unión Europea reaccionaron en consecuencia y exigieron a Estados Unidos su retirada incondicional de Arabia Saudita y de todas las bases ubicadas en Europa, el Mediterráneo, el Mar Rojo, el Mar de Arabia y el Golfo Pérsico. Ante su negativa…
No se permitió imaginar más. Redactó un mensaje breve, apenas una línea, y lo envío por correo electrónico a cinco destinatarios. Diez minutos más tarde, su teléfono móvil, la computadora y su línea privada empezaron a sonar…
…ocho, nueve, diez…
Shackleford confirmó verbalmente a cada una de las llamadas lo escrito en el mensaje. Luego se bebió los residuos de su tercera taza de café. Ces’t la commencement de la fin, se dijo, ignorando por completo que estaba citando a Talleyrand. A las setecientas abandonó su despacho para reunirse con el Presidente de los Estados Unidos de América.
…once, doce, trece…
—¿Alguna vez escuchó a los Beatles?
—¿Es una broma?
—¿Los escuchó?
—Sí, por supuesto.
—¿Cuál es su Beatle favorito?
—¿A dónde quiere llegar?
—Le pido, encarecidamente, me responda.
—John Lennon.
—Lo imaginé.
…catorce, quince…
Regresó del azul del cielo y miró sus zapatos lustrosos. A su brazo izquierdo ya no le dolía el pesado maletín de acero y sus pulmones no necesitaban oxígeno. El ritmo de su corazón era tan simple como el de un cántico marcial. A sus 48 años el general John Winston Shackleford gozaba de muy buena salud. Pero había envejecido demasiado.
…dieciséis…
A 180 kilómetros de las costas de Virginia, en aguas territoriales de los Estados Unidos, una lágrima en los ojos del general Shackleford logró darse a la fuga cuando pudo recordar, al fin, lo escrito por Friedrich Nietzsche en el Siglo XIX: Hace poco le oí decir al demonio esta frase: “Dios ha muerto; a causa de su compasión por los hombres ha muerto Dios”.
…diecisiete.
Adelantó a la escolta que lo acompañaba por tres pasos. Saludó a los siete generales que lo esperaban con la mano derecha en la sien. Dijo:
—En nombre de los Estados Unidos de América, en nombre de 70 millones de americanos muertos en esta guerra, yo, general John Winston Shackleford, comandante supremo de las fuerzas armadas de tierra, mar y aire de esta nación, declaro insostenible nuestra causa y ofrezco la rendición incondicional de todos los ejércitos de mi país. En esta maleta se hallan los códigos, ya descifrados, que operan los restos del arsenal nuclear que aún poseemos. Mi persona y mi cargo están a su disposición… una cosa más. He guardado silencio cuando se me ha preguntado si sé lo que es el honor. Bien, no quiero que ese silencio me condene: Señores, el sueño americano ha terminado.
Y así, parafraseando a John Lennon, el general John Winston Shackleford anunció la capitulación.