Para bien o para mal, para ahorrarnos espacios en las estanterías, en las librerías, en las discotecas, en los clósets y placares, en los archivos, en nuestras mentes, hemos digitalizado todo. Y todo, todo, está ahí, a la distancia de un clic en una pantalla digital, incluso la lujuria, hoy en día, el erotismo, la banalidad, los recuerdos, la perversión, la memoria que ya no tiene asidero físico
Por ANDRÉS TAPIA