Por ANDRÉS TAPIA
En el episodio titulado “Conduit”, que pertenece a la primera temporada de la serie de televisión The X-Files, los protagonistas de la serie, Dana Scully (Gillian Anderson) y Fox Mulder (David Duchovny), sostienen en una escena el siguiente diálogo:
Scully: No parece existir algo sustancial como para garantizar una investigación.
Mulder: ¡De acuerdo, Scully, no estamos de acuerdo! No es la primera vez y no será la última.
Scully: Si por lo menos tuviésemos una fuente legítima podríamos…
Mulder: Ésta es la esencia de la ciencia: haces una pregunta impertinente con tal de obtener una respuesta pertinente.
Las tesis propuestas en la serie The X-Files, rayaban y trascendían las teorías de la conspiración, los mitos y las supercherías. Los casos no resueltos por el FBI eran turnados a un agente que poseía una inteligencia superior a la media –y también una imaginación superior a la media–, que frecuentemente hacía preguntas tan impertinentes que solían irritar a sus superiores. Por tal razón, una novel agente es asignada para trabajar con él y vigilarlo… no fuese a ocurrir que los desvarios del primero –amén de impertinentes– estuviesen sustentados.
La serie de los The X-Files duró tantas como nueve temporadas y obtuvo 16 premios Emmy, cinco Globos de Oro y un premio Peabody, habiendo iniciado su transmisión en 1993, la cual concluiría en el año 2002. Habiéndose tratado de un show que buscaba la verdad en un montón de patrañas, por lo menos habría que concederle el beneficio de la duda.
Hoy se ha hecho público que Mulder y Scully protagonizarán una miniserie de seis capítulos que comenzará a filmarse en el verano de este año. Es decir: The X-Files está de vuelta. Amén de asegurar que ya me froto las manos y los ojos a la espera de tal acontecimiento, sobre todo porque soy un admirador irredento de una serie que transitó por la frontera de dos siglos, yo –al igual que Mulder, al igual que Scully– también soy un tipo incrédulo que de cuando en cuando hace preguntas impertinentes con tal de obtener respuestas pertinentes.
Habitante de un país en el que hacer preguntas impertinentes es tan mal visto como obedecer las mínimas reglas de tránsito, tengo una lista de seis sucesos pasados y recientes sobre la que me gustaría elaborar un poco.
- El año de 1968, en un mitín de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas, en el barrio de Tlatelolco, en la Ciudad de México, un número no determinado de personas fue asesinado (ooopsss, lo siento, no quería comenzar tan pronto a ser impertinente) por un escuadrón anónimo de polícias y militares (el Batallón Olimpia), el Ejército Mexicano o ambos. Hasta hoy no hay un número real, aproximado y cierto de las personas que fueron asesinadas, tampoco se sabe si fue un acontecimiento circunstancial, accidentado u ordenado por el gobierno de México –por más sospechas, dudas o certezas que se tengan al respecto–. ¿Puedo preguntar, entonces, si fue el presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz, su secretario del Interior, Luis Echeverría Álvarez, o ambos, quienes dieron la orden de masacrar a los estudiantes en beneficio de la celebración de los Juegos Olímpicos México 1968, o estoy siendo demasiado impertinente?
- El 23 de marzo de 1994, Luis Donaldo Colosio, candidato del Partido Revolucionario Institucional a la presidencia de México, fue asesinado en la ciudad de Tijuana, en el estado fronterizo de Baja California. Un magnicida, un eróstrata, un ciudadano mediocre y vulgar llamado Mario Aburto que no era capaz de escribir su nombre sin faltas de ortografía, lo asesinó de dos tiros de acuerdo a la versión oficial, pues el “buen hombre” escuchaba “voces” en su cabeza que le ordenaron hacerlo. En consecuencia, el gobierno de México, el crimen organizado o cualesquier otro protagonista de cualesquier otra teoría de la conspiración fueron descartados como posibles sospechosos. ¿Es impertinente dudar de ello o simplemente lógico?
- El 28 de septiembre de ese mismo año, otro político del PRI, José Francisco Ruiz Massieu, fue asesinado por “otro” asesino solitario. Se le interrogó, se le investigó, dijo algunos nombres que terminaron por involucrar a un hermano del ex presidente de México, Carlos Salinas de Gortari. Unos meses después, el hermano, Raúl, fue detenido y encarcelado por la autoría intelectual del asesinato de Ruiz Massieu, así como por utilizar un pasaporte falso (esto fue probado por autoridades internacionales) y recibir depósitos millonarios en algunos bancos extranjeros. Hace unos cuantos meses, Raúl Salinas de Gortari fue exonerado de prácticamente todos los cargos. ¿Puedo dudar, al menos, de la honorabilidad del ex presidente de México, de su hermano que hoy se pasea en un BMW i8 y de otro de sus hermanos que fue asesinado en circunstancias nunca aclaradas, o mi duda es demasiado “impertinente”?
- El 18 de enero del año 2001, Joaquín Guzmán Loera, líder del Cártel de Sinaloa, se fugó de la prisión de Puente Grande, en el estado de Jalisco, en un carro utilizado para transportar ropa de lavandería. El gobierno de Vicente Fox (el presidente más idiota que ha tenido México, y de verdad que es difícil escoger… oops, volví a ser impertinente, lo siento, lo siento mucho, sobre todo porque tengo a muchos amigos que votaron por él) fue incapaz de impedirlo y luego de recapturarlo. ¿Preguntar “por qué” es formular una pregunta muy impertinente?
- Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública bajo las órdenes del ex presidente Felipe Calderón, montó una farsa en tiempo real (o presuntamente real), justo en los años en que Jack Bauer en “tiempo real” mantenía a todo el mundo entretenido. Llamó a una televisora (Televisa) y les prometió la detención de una banda de secuestradores in fraganti. Pero no fue propiamente in fraganti, o bueno sí, pero con producción: los inculpados fueron adiestrados, los reporteros fueron adiestrados, los policías fueron adiestrados. Y fue todo tan burdo y grotesco, que tuvo que reconocerlo en una entrevista en televisión. ¿Es impertinente preguntar por qué un funcionario encargado de la seguridad de un país montó una farsa para detener a unos sospechosos de ser secuestradores con quién sabe qué aviesos motivos, o simplemente la pregunta más simple que harían Mulder y Scully?
- El actual presidente de México, Enrique Peña Nieto, autor del libro México, la gran esperanza: un Estado eficaz para una democracia de resultados, fue incapaz de mencionar tres títulos de libros que hubiese leído a lo largo de su vida. Su esposa, la ex actriz Angélica Rivera, es dueña de una casa valuada en alrededor de siete millones de dólares, producto de su trabajo en la empresa Televisa. ¿Tengo derecho a preguntar por qué un hombre que no lee y una actriz que no ganó jamás un Oscar pueden ser, paradójicamente, el presidente y la primera dama de México, o estoy siendo, además, de imprudente, suicida?
Mis preguntas son retóricas, y por ello cito a Fox Mulder, el más extraordinario de los amantes de las teorías de la conspiración y, al mismo tiempo, el más extraordinario pilar de la ciencia y el periodismo para que las responda: “Ésta es la esencia de la ciencia (y del periodismo): haces una pregunta impertinente con tal de obtener una respuesta pertinente”.
¿Lo entendieron o estoy siendo demasiado impertinente?