Sin saber porqué, y no quiero saber porqué, Eduardo se ha ido. Mi última imagen de él ocurre en la librería Kulturkaufhaus Dussmann, en Berlín
Por ANDRÉS TAPIA
Sin saber porqué, y no quiero saber porqué, Eduardo se ha ido. Mi última imagen de él ocurre en la librería Kulturkaufhaus Dussmann, en Berlín
Por ANDRÉS TAPIA
No sabía –¿sabes tú?– que la luz de esos puntos brillantes que se miran durante la noche en el cielo procede de estrellas que murieron hace millones de años y, sin embargo, su fulgor continuará viajando eternamente por el Universo
Por ANDRÉS TAPIA
En el ámbito público Rebeca se conducía como una hembra-alfa. En el familiar, en cambio, disimulaba una fragilidad de la cual en el fondo carecía
Por ANDRÉS TAPIA
Para bien o para mal, para ahorrarnos espacios en las estanterías, en las librerías, en las discotecas, en los clósets y placares, en los archivos, en nuestras mentes, hemos digitalizado todo. Y todo, todo, está ahí, a la distancia de un clic en una pantalla digital, incluso la lujuria, hoy en día, el erotismo, la banalidad, los recuerdos, la perversión, la memoria que ya no tiene asidero físico
Por ANDRÉS TAPIA
Era una de las niñas más bonitas de la Universidad: no había forma de mirarla y no quedar embelesado por su belleza, si bien la serenidad de la misma era una máscara con la que solía enfrentar las exigencias de su trabajo que le imponían estar en contacto con gente famosa
Por ANDRÉS TAPIA
En un texto que publicó en un periódico, Javier Marías definió al fútbol como “la recuperación semanal de la infancia”. En esa vuelta al pasado, nostálgica y melancólica por razones obvias, los que gustamos de ese deporte y de otros solemos invocar recuerdos gozosos y terribles sin saber en ocasiones diferenciar unos de otros
Por ANDRÉS TAPIA
Esta es una historia que no aparecerá en los periódicos, en la televisión o en la radio, medios en los que el presidente de un país absurdo y decadente es un héroe a pesar de mentir todos los días
Por ANDRÉS TAPIA
Por ANDRÉS TAPIA Aylín Ariana: Te contaré una historia que no tiene qué ver contigo. Y, sin embargo, […]
En un periodo de 37 años México ha experimentado tres terremotos que han ocurrido el mismo día, el 19 de septiembre. ¿Se trata de una coincidencia, de un patrón o de una profecía ominosa escrita en la Piedra del Sol?
Por ANDRÉS TAPIA
No tengo hijos. Pero, si los tuviera, aunque mi infancia fue una infancia apacible y feliz, jamás los dejaría solos en una calle, y mucho menos en una calle de la Ciudad de México
Por ANDRÉS TAPIA
¿Cómo escucharán música los que hoy la escuchan en Spotify, Apple Music, Amazon Music, YouTube y demás, si esas plataformas desaparecieran?
Por ANDRÉS TAPIA
En una frase de diez palabras escuchada en sueño, caben el horror, el asombro y veinte años menos un día
Por ANDRÉS TAPIA
Vivir, gobernar, patear un balón, diseñar un vestido, cuidar un planeta, acaso se hayan convertido en oficios en los tiempos más recientes de la historia de la humanidad. Pero, en modo alguno, son y serán jamás un arte. Aunque siempre, siempre, requerirán a un artista
Por ANDRÉS TAPIA
Por ANDRÉS TAPIA
A mi amigo Rogelio Segoviano
Respira, mañana seguro llueve
Tu mujer pasó esta tarde por aquí
Es verano, sus palabras son nieve
Y el sol no derrite el recuerdo de ti.
Despierto. Es la realidad, una película que hoy encarna las fantasías más atroces y en la que la gente muere todos los días por causa de una enfermedad que la ficción imaginó hace años y que muchos negaron con la convicción inválida que se origina en la fe y en la superchería
Por ANDRÉS TAPIA
Por ANDRÉS TAPIA / Fotografía: EDWIN HOOPER / Unsplash
En Central Park, no muy lejos del sitio en el que está situado el memorial de John Lennon, un individuo observa cómo un tren de juguete da vueltas sobre los rieles de una idea rota. A poco más de un kilómetro de ahí, la torre que simboliza su poder en su imaginación repentinamente comienza a desmoronarse, aunque en la realidad permanece erguida e insolente como siempre.
En ese claro del parque al que de manera miserable entibia el sol de noviembre, alguien lo mira enjugarse los ojos mientras el tren se detiene de manera abrupta en una estación fantasma del condado de Clarke, en el estado de Georgia.
Por ANDRÉS TAPIA
En la década de 1970 el periódico mexicano Excélsior publicaba los días domingo, al igual que muchos otros diarios del mundo, un suplemento de tiras cómicas que en su mayoría estaba formado por viñetas creadas por dibujantes y escritores estadounidenses.
De formato tabloide y con tan sólo ocho páginas, el papel que las contenía –medio pliego en el argot de las imprentas– no venía de origen seccionado sino que era necesario cortarlo para poder leerlo de manera común. De no hacerlo así su lectura implicaba los malabares que haría cualquier persona que desdobla un mapa plegable.
Por ANDRÉS TAPIA
Hace unos días, en la calle Río Duero que forma parte de la Colonia Cuauhtémoc, un barrio de clase media alta situado a unos cinco kilómetros del centro de la Ciudad de México, tuvo lugar un intento de asesinato. Un hombre que conducía un automóvil Passat color negro recibió una descarga de ocho disparos por acaso dos hombres que circulaban en una motocicleta.
El hombre huía de su perseguidor o perseguidores, o no sabía que lo estaban siguiendo. En tanto la Colonia Cuauhtémoc es un barrio apacible durante las noches, me inclino más por la segunda teoría.
Para ingresar a Río Duero el conductor del Passat tuvo que haber girado a la izquierda procedente de la calle de Río Lerma. Si hubiese sido objeto de una persecución declarada, se habría escuchado el chirriar de las llantas del auto. No fue así. En los días de la pandemia el silencio se ha vuelto sempiterno y omnipresente, y la noche del 29 abril, a eso de las 23:00 horas, se quebró por el ruido de ocho disparos de una pistola semiautomática calibre .38.
Por VÍCTOR OLIVARES
Cuando Jorge Luis Borges escribió El Aleph, quizá nunca imaginó que aquel espacio místico en el que se condensaban todos los tiempos del universo, y al cual accedía descendiendo al escalón diecinueve del sótano de la casa de la difunta Beatriz Viterbo, lo habría podido encontrar muchos años después, con sólo alzar la mirada, al caminar por algunas calles solitarias en dirección al supermercado, la farmacia o mientras paseaba al perro, en los balcones de las ciudades.
El confinamiento que vivimos nos ha hecho conscientes de un Aleph que habíamos obviado y al que, a diferencia del cuento de Borges, ya no es necesario descender para acceder a él, sino que está al alcance de nuestra mirada en plena vía pública: los balcones de cientos de edificios que se repiten en todas las ciudades del mundo y en los que se proyecta la imagen de un tiempo que será una época: la del coronavirus.
Por ANDRÉS TAPIA
El Bosque de Chapultepec, un santuario maravilloso y extraño que por alguna razón que se antoja inexplicable enseñorea la Ciudad de México, es el parque urbano más antiguo de América en tanto su existencia se remonta al año 2500 antes de la era cristiana. El hallazgo de restos óseos y objetos elaborados a partir de cerámica, son evidencia incontrovertible de que algunas tribus se asentaron en ese sitio entre el año referido y los dos primeros siglos que transcurrieron después del nacimiento de Jesucristo.
En lengua náhuatl la palabra Chapultepec, compuesta por las voces “Chapulli” (saltamontes, grillo) y “tepe” (tl) (cerro o colina), significa, alternativamente, “cerro de saltamontes” o “lugar de grillos”. Una paradoja tanto o más extraña que la existencia misma del bosque en una de las urbes más pobladas del mundo, pues en la actualidad, y desde hace muchas décadas, la presencia de tales insectos es anecdótica cuando no prácticamente nula.