Por ANDRÉS TAPIA

En el año 2010, un chico estadounidense llamado Kevin Systrom, de entonces 27 años, rentó una casa en Baja California, México. Había viajado junto con su novia para tomarse un descanso de la “realidad”. Un día, mientras caminaba por la playa con su chica, ella le preguntó cómo es que un amigo suyo había subido a una red social “fotos tan increíbles” con una aplicación que el propio Systrom había desarrollado unos meses antes. Él respondió llanamente: “Filtros”.

Por ANDRÉS TAPIA

Cuando eres niño un año dura diez años. Cuando eres joven, un año dura cinco años. Pero cuando eres adulto, un año sólo dura un año.

Por ANDRÉS TAPIA // Foto: JOE CAVARETTA – AP

El 26 de diciembre de 1946, Benjamin “Bugsie” Siegel organizó una fiesta fastuosa en el Hotel Flamingo de Las Vegas, Nevada. Se trataba en realidad de la inauguración del inmueble en el que Siegel, un capo de la mafia que buscaba redimirse, había puesto todas sus esperanzas. Pero nadie llegó… al menos no quienes él esperaba. Tan sólo se presentaron unos cuantos lugareños y algunas celebridades menores que conocían a Siegel e hicieron el viaje en auto desde Los Ángeles, California.

Por ANDRÉS TAPIA

Escribo a la luz agonizante de la última vela de mi árbol de Navidad.

Hace poco menos de tres horas, 29 bujías iluminaban la sala de mi casa. En este momento, sólo una permanece encendida.

No creo en Dios ni en los ángeles. No creo en Los Beatles o en Elvis. Tampoco en Barack Obama o en Angela Merkel. Mucho menos en Miguel Herrera, en Lionel Messi o en la Selección Nacional. En realidad no creo en nada, pero por alguna extraña razón suelo aferrarme a los clavos más ardientes. Incluso, lo confieso, a una vela encendida.

Por ANDRÉS TAPIA

Los héroes surgen en la infancia, tiempo en el que justa y precisamente es necesario encontrar un modelo a seguir o imitar. Eso no descarta la posibilidad de que existan héroes tardíos, pero estos casos suelen ser pocos y extraños.

Por ANDRÉS TAPIA

Hace algunos meses Alejandro perdió su negocio. Perdió también mucho dinero. Y 45 kilos. Tenía una pequeña empresa dedicada a la publicidad de la cual tuvo que deshacerse para, entre otras cosas, mover las estrellas.

Por ANDRÉS TAPIA

Es difícil creer lo que dice Nepomuceno Moreno. Aunque esté diciendo la verdad. Y es mucho más difícil cuando con una sonrisa diáfana –y por diáfana debe entenderse: que deja pasar la luz–, dice: “Aquí andamos… buscando a nuestro hijo”.

Por ANDRÉS TAPIA // Fotografía: TOM CHAMBERS

Quienes lean estas líneas y no estén familiarizados con la expresión que da título a esta columna, tendrían que saber que esta última forma parte de la ideología, la idiosincrasia y los modus vivendi y operandi de la gente nacida en México. Paradójicamente, a pesar de que se halla situada entre dos signos de interrogación, no se trata de una pregunta, sino de una afirmación. Y lo que afirma es una verdad de Perogrullo, matizada con el singular cinismo de una sociedad poco adepta al cumplimiento de las reglas y en cambio adicta a la impunidad: “un poco no es demasiado”.

Por ANDRÉS TAPIA

Carl Jung llamó sincronicidad a “la simultaneidad de dos sucesos vinculados por los sentidos pero de manera no causal”. No es sencillo explicar esto, pero lo intentaré.

Un hombre se halla en el intento de escribir un relato acerca de una entrevista que sostuvo con el escritor mexicano Carlos Fuentes hace 16 años. Es casi la medianoche de México y el relato avanza… pero no va a ningún lado. Cuando el hombre cae en la cuenta de esto, inexplicable y repentinamente vuelve a una vieja obsesión: analizar el comportamiento de los asesinos mexicanos que forman parte del crimen organizado.

Por ANDRÉS TAPIA

Juego al juego de la guerra por las noches. Y a veces durante los días. Cuando lo hago dejo de ser Andrés, aunque sólo sea por unos minutos, y me convierto en el rey Solfarid. Con ese nombre e identidad, defiendo y peleo por el reino de Brittania. Mi reino.

Por ANDRÉS TAPIA

Mi auto no alcanzó a cumplir un mes tras haberlo comprado, cuando un individuo en sus 50, con barba, bigote y una calvicie incipiente, lo golpeó en la parte trasera derecha.

Por ANDRÉS TAPIA

A Marisol Alcelay, por aquella historia incidental de Kasparov que ocurrió en Nueva York

  

Aunque la ciencia y la historia los derrumben, a la sociedad mexicana le gusta pensar que existen los milagros.

La leyenda sublime de la aparición de una virgen (la madre de Dios en la mitología cristiana), en un cerro al norte de la Ciudad de México, sirvió de cabeza de puente y pretexto a la Iglesia Católica para evangelizar al pueblo de la Nueva España y prácticamente a todas las colonias del Nuevo Mundo.

Por ANDRÉS TAPIA

Hay un cruce de calles muy cercano al lugar en el que trabajo, en el que dar vuelta a la izquierda está prohibido. En México, sin embargo, lo prohibido está permitido. Y peor aun: no es castigado. Que alguien cometa una falta menor como es dar una vuelta prohibida no tendría porqué ser considerado algo grave. Pero el que lo hagan muchos y se convierta en hábito, no sólo culturalmente es aberrante, sino más tarde o más temprano causará problemas.

Por ANDRÉS TAPIA

El 13 de enero de 1996, un poco después de las 15:00 horas, en un sitio conocido como Highland Drive, en Arlington, Texas, una niña llamada Amber Hagerman y su hermano Ricky, pidieron permiso a sus abuelos para dar un paseo en bicicleta por el vecindario. “Pero no más allá de una cuadra”, advirtió Donna Whitson, la madre de los chicos.

Por ANDRÉS TAPIA

Hasta el año 2006 yo era un semi-analfabeta tecnológico. Tuve mi primer teléfono móvil ese año, un Razr de Motorola, y lo tuve por obligación: en la revista en la que trabajaba entonces me lo asignaron, si bien les plantee una condición: “Yo no quiero tener un teléfono móvil, tú quieres que lo tenga. Luego entonces, tú lo pagas”. Así ocurrió.

Por ANDRÉS TAPIA // Foto: AP

A Rafael Molano

Pablo Emilio Escobar Gaviria es uno de esos extraños fenómenos que suelen ocurrir una vez cada 100 años. Su vida, una colección de lugares comunes insignificantes, devino leyenda macabra y accidente fatal en la historia de Colombia.

Por ANDRÉS TAPIA

Mientras escribo esto, el cantante español, Julio Iglesias, ofrece un concierto en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México. Mi madre y mi tía Cristina están ahí. Ambas viven en la periferia de la ciudad, a unos 25 kilómetros del centro de la misma. Tuvieron que tomar un autobús y después el tren subterráneo para llegar. La fecha de hoy es 11 de septiembre de 2013 y yo, de algún modo, soy responsable de que estén ahí.

Por ANDRÉS TAPIA

Eres un migrante. Naciste en Honduras, El Salvador, Ecuador, Guatemala o México. Por alguna razón, y puede ser cualquier razón, no tienes dinero hoy. Tampoco lo tuviste ayer y, por inferencia, es más que probable que no lo tengas mañana. Y si lo tienes, es tan poco que da lo mismo tener eso que no tener nada.

Por ANDRÉS TAPIA

Era la mañana de un domingo cualquiera.

Mucha gente había despertado ya y se dirigía con sus bicicletas a la principal avenida de la ciudad que precisamente ese día estaría cerrada al tránsito de automóviles. Si no hacían eso, entonces caminaban, periódicos en mano, a los restaurantes aledaños para reunirse con familiares o amigos y conversar acerca de los eventos de la semana que ya terminaba. En cualquier caso, al amparo de un café humeante y un desayuno compuesto por huevos fritos, revueltos o bañados en salsa picante.

Por ANDRÉS TAPIA

Una noche ya perdida, mientras caminaba con un amigo, pasamos por la casa de quien entonces era su novia, más tarde sería su esposa y hoy solamente la madre de su hija. “Mira” –dijo, y extendió su brazo derecho para señalar orgulloso el balcón del piso número tres de un edificio de departamentos–, “ese rehilete yo se lo regalé a Adriana”.